He
ido al teatro. La fila a la entrada era larga. Hacía frío. Quien está ahora de
pie, ahí, junto al zaguán, esperando que la fila avance, no sabe, no podría
saber, qué cosa a punto de suceder lo aguarda al otro lado de la puerta,
pues puerta es la que se abre ahora hacia un pasillo, y de ahí a una sala que
es a la vez escenario y graderío. Hay una mesa de madera larga, dos paredes,
una viga que cuelga del techo y sostiene cinco o seis bombillas que penden
sobre el escenario. Qué manos agitarán las cuerdas, qué vaivén mecerá estos
cuerpos, qué explosión romperá las junturas de clavos y maderas. Y todo esto,
podrá preguntársenos, tiene un nombre. Basta mirar el programa que nos ha sido
repartido a la entrada. Tiene, Le sang
des promesses. Tiene, Incendios,
Wajdi Mouawad. Tiene palabras, como esta, océano. Como esta otra, polígono.
Tiene nombre, Nawal. Tiene apellido, Marwan.
Hay un testamento, pues ésta es
también una obra de voluntades. Una obra de verdades que no pueden ser dichas
si no son reveladas. Una obra sobre la amistad de dos mujeres, sobre el
amor de una mujer y un hombre. Una obra sobre una promesa. Una
obra sobre una madre y sus dos hijos gemelos. Una obra acerca del
terror de la guerra. Y es más que todo esto. Un viaje, se podría decir, porque
es verdad que en ella viajamos de un lugar a otro, de un tiempo a otro tiempo. Y
es también un viaje distinto, un viaje al interior de cada uno de nosotros, que
somos madre, hermano, amigo, padre, abuelo, hijo al mismo tiempo. En este ir y
venir, en este andar entre lo que es y lo que somos, entre lo que imaginamos y
lo que sentimos mientras estos personajes hablan, en esta alegría o esta
tristeza que nos está siendo revelada mientras vamos dejando de existir como
hasta ahora hemos existido, en todas estas cosas está el teatro. Está en las
lágrimas de sus actores, que aquí han sido contados hasta ocho, y todos han
sabido estremecer tan profunda y humanamente que ninguna flor, así acostumbrada
a ser lanzada en estas ocasiones, sabría agradecerles su trabajo. Aquí ha
sucedido algo excepcional, un corazón ha hablado al oído de otro corazón. Ha ocurrido un milagro, pensé, aquí ha ocurrido un milagro.
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