lunes, 26 de septiembre de 2011

De cerrar la vida


Me duele que no haya nadie, haber guardado las fotografías, saber lo que pedí, con lágrimas en los ojos, hace mucho tiempo. Me duele que pedir nunca fuera suficiente. Me duelen las nubes porque repiten el mismo nombre. Me duele estar despierto, pensar que haya dicho todo en silencio, no saber por qué fue tan distinto. Me duele la distancia de las cosas. Me duele escuchar decir Aquí, porque el lugar no está en el nombre, porque el dolor está en el cuerpo. Me duele que ya nadie sienta el rencor, porque todo está bien, porque todo está bien ahora, aunque todavía nos duela el olvido. Me duele, porque vine a decir que estoy solo y no puedo fumar porque se acabaron los cigarros y no voy a salir a media noche porque hay automóviles que cruzan rápidos las avenidas y estoy cansado, y porque puede ser también que de salir a buscar cigarros me decida a no volver y entonces dejaría de pensar que me duele el cuerpo cada vez que imagino que los muertos no están muertos y que podemos amarlos para siempre aunque no podamos mirarlos, porque están aquí, en cualquier calle, puede ser incluso la misma calle, y dan señales y dejan palabras marcadas, pero no podemos tocarlos, ni besarles la frente ni las manos, los muertos no hablan con nosotros. Porque todo esto puedo pensar, y decir que no estoy hablando de la muerte, sino de cerrar la vida, porque vivos estamos, como ayer, pero hace mucho tiempo que dejamos de buscarnos, por todo esto prefiero quedarme y escribir que me duelen las nubes, y que nunca sabré sus razones.

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