lunes, 23 de enero de 2012

Kubla Khan


Coleridge escribió de Xanadú, de una sima profunda y de la sombra, de la mujer que cantaba acerca del Monte Abora. Escribió queriendo recordar la voz del sueño. Era la voz de Kubla Khan, contestas, que había atravesado la puerta, como un pájaro que lleva una flor entre los dientes. Y observas que las aves no tienen dientes, pero no hay ave ni flor, sólo la puerta. Xanadú no aparece, ni la piel de la mujer en la arena. El sol detenido en el cielo. Se ha detenido siempre, observas, pero no puedes decir nada. El poema, la canción, la fortaleza. Nada. Ni siquiera la palabra alegría. Nada para estar cerca, nada más allá de la guerra que separa los valles y los ríos, nada más allá del miedo a abrir los ojos y estar lejos.

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